Extrañarte nunca
Tengo una teoría de que no debes dedicar esas canciones que son tuyas, ni asociarlas con nadie. Las canciones son de esos botoncitos automáticos, tan poderosos como los aromas. Como el olor del café con canela de mi abue, son capaces de detonar recuerdos, estados de ánimo, y llevarte en un microsegundo al momento exacto, a la respiración entrecortada, a la sonrisa inmediata, a hogares pasados.
Y ahora es demasiado tarde princesa, cuando era su princesa, echando reja afuera de mi casa, sonriendo de lado, contenta, y pienso que eso es algo de ti que me dejaste, y también estoy segura de que no tienes idea del gusto que me da que por fin seas feliz.
Me es imposible escuchar y que me dejes o te deje eso ya no me da miedo, y que sin necesidad de cerrar los ojos me encuentre en mi cuarto entre semana, con la luz perfecta que tiene, sintiendo que todo el cuerpo me tiembla, que el mundo se termina, que no es humano sentir así.
Please don't stop the music, y de inmediato es Guanajuato, una de las épocas más divertidas de mi vida.
También por algo eso de que igual y le robo un beso a tu boca me parece triste, tristísimo. Aún.
Tengo muchas, muchas canciones que son sólo mías. Como algunos de mis cuentos, como las ganas de que me pasen cosas.
Es por eso aquello que me diste sigue siendo sólo para mi.