Get a bandage
Algo en común que tienen todos los hombres que me han gustado (pero que me han gustado de verdad), son las cicatrices, y no me refiero a las emocionales que los pueden hacer tan desequilibrados. Hablo de las físicas, de las que les quedan en los brazos, en las cejas, a media espalda.
El cuentista tiene una cicatriz por toda la pantorrilla derecha, se cayó de chiquito sobre una mesa y se cortó con un vidrio. El de mi letra tiene una en la ceja, se cayó de un árbol cuando intentaba entrar a su casa muy borracho por el techo. El abogado tiene una en la frente, que de repente se le confundía con las rayitas, supongo que le pregunté cómo se la hizo pero no recuerdo. Mi amor eterno cuasifraterno tiene una casi al ladito de la sien. El hombre atormentado casi muere atropellado, y eso le dejó una cicatriz profunda en el brazo derecho que cada que la veo no puedo evitar imaginarme entre su cuerpo y una pared.
Me gustan las cicatrices porque te cuentan cuentos. Me gusta pensar que son luchas contra demonios, contra brujas, contra su reflejo, contra los malos y buenos sueños. Prefiero preguntar por ellas antes que por sus planes, o por sus miedos. Me gustan porque son parte de ellos de una manera tan orgánica y tangible, y porque por alguna extraña razón siempre van a recordar cómo, cuándo y por qué, o por quién.
Me encantan esos pequeños y perceptibles testimonios de sus historias bajo mis dedos.
6 comentarios:
A mi me gusta que sean más grandes que yo, fisicamente.
me da seguridad.
lo de las cicatrices solo me da curiosidad y pena preguntar.
Cáaaaalmateee con lo de las historias.. quisiste adornarlo... acéptalo, eres una fetichista... para ser más exactos: Estigmatofilia, nada de cuentos con dragones, demonios y fantasmas :P
A mi también Lore, y por mucho, ja.
Cierto. Every scar tells a story? jejeejeje
sí sí sí
oh yeah... igual a mi
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