Te voy a confesar algo. Yo te quiero, y eso tú lo sabes. Vamos, no tengo una razón válida para hacerlo, la verdad es que después de tantos años apenas te conozco, digamos que alcanzo a percibir los vestigios más sutiles de tu atormentada persona. Pero me estoy desviando, en realidad lo que venía yo a confesarte a ti es que pasar 24 horas pegada a tu cuerpo sin necesidad de arañarlo hasta la sangre y sin tener que preguntarte siquiera a qué te dedicas es lo más real que he sentido en mucho tiempo.