Y no me refiero a esa incómoda situación de que no se los quiten, ja.
Tengo un hábito por muchos críticado, a todas luces peligroso, y supongo que de varias maneras poco higiénico:
Me encanta caminar descalza.
No puedo evitarlo, aun cuando soy fan de andar subida en mis super tacones teiboleros, también me encanta la sensación del suelo frío, o el pasto mojado, o las piedritas de la banqueta.
Mi papá, que es como medio obsesivo con eso de los bichos jura que voy a morir envenenada, y mi mamá dice que parece que vendo naranjas afuera del metro.
Todo sea por ayudar a la industria de la piedra pomex a subsistir.