Oficialmente, estoy exhausta.
Después de mi espera de dos horas cual Penélope, la de la canción (por aquello de su distorsión de la realidad), y mi subsecuente episodio de novia psicópata esperándolo afuera de su casa como la más vulgar de las stalkers, decidí que muchas gracias pero no gracias.
De algún lado tenía que tomar aire, e irónicamente sus fallas de siempre, exacerbadas por supuesto, me lo dieron.
Eso sumado a que mi enojo fue creciendo de manera exponencial, debido a multiples factores, obviously.
¿Qué pensaste qué iba yo a hacer?
Pensé que sí, que te ibas a enojar, pero que ibas a perdonarme.
Por citar uno de los factores.
Al final, sí son como los niños que hacen travesuras y esperan que la mamá los castigue, porque saben que al final los van a perdonar.
Verificando, no soy su madre para andarle lamiendo los raspones.
O remendándole las intenciones, que es casi igual.
Repito, estoy cansada de esperarlo, de obviar lo indispensable, y de sentirme una mujer que realmente no soy.
Dosis necesaria de tristeza, y sorprendente tranquilidad.
Nada de
perdóname, ni de
voy a cambiar, ni de
si se quiere podemos arreglarlo, nada de esas cosas tan baratas, me rehuso a dejar que algo que fue bueno sea enlodado por el patetismo de los lugares comunes de últimas oportunidades.
Recapitulando,
quisiera quedarme contigo, pero no estoy dispuesta a perdonarte... y queda muy claro que por mucho que yo te quiera, no te puedo ayudar, no estoy capacitada...Afición la mía por las almas torturadas.
Dicen que uno busca afinidad, quién sabe.