Just smile me before I die
Hay dos verdades universales que aplican a las mujeres: La primera, no sabemos manejar, en serio, no es ir en contra del women power (You go girl!), simplemente no sabemos, no está en nuestros genes, y realmente no es algo que deba causarnos el menor conflicto, al contrario, ustedes hombres deben encontrarlo encantador, aplaudirlo y darnos joyas caras por ser tan adorables.
La otra es que las mujeres son coquetas. Todas. Hasta nuestras madres. "¿Qué es la coquetería? Podría decirse que es un comportamiento que pretende poner en conocimiento de otra persona que un acercamiento sexual es posible, de tal modo que esta posibilidad no aparezca nunca como seguridad. La coquetería es una promesa de coito sin garantía."
Kundera -obviamente, duh- tenía razón. Coquetos todos ustedes, que asco me dan. La última parte es importantísima, nunca como seguridad, porque si así fuera, ¿dónde está el chiste? ¿dónde queda toda la parte del juego, el estira y afloja y el quinto grado de dificultad? Yo lo confieso, soy una coqueta crónica, es más, a veces ni me doy cuenta. Suena mal, pero es una realidad que muchas veces la sonrisita, el oler rico, te facilitan mucho la vida. Tampoco es caer en la exageración, vamos, debe ser manejada de una manera sutil (ok, a veces no tanto, pero eso ya es cosa de cada situación).
La verdad es que también los hombres son unos coquetos incurables. Tengo un amigo, a quien por cierto tengo años sin ver, pero que después de tantos tiempo recuerdo lo encantadora de su sonrisa, es de esos niños que no sólo son guapos, sino que se saben guapos, y tenía una manera de sonreír que metafóricamente te derretías, y literalmente se te caían los calzones. También hay pendejos que rayan en lo sublime, pero conozco por lo menos a uno que podría darme clases, ja. Ya alguna vez había dicho que odio a los hombres encantadores, los detesto y me provocan náuseas. Por favor muéranse.... ya, todos.
Mejor no.
Con la sonrisita puedes conseguir tantas cosas, obviamente es un arma de doble filo, ¿pero para qué jugar si no estás dispuesto a perder de la más asquerosa manera? Las medias tintas no sirven para vivir.