Deudas

Estoy contestando mails atrasadíiiiiiiiiiiiisimos.

Ahí la llevo, ahí la llevo.

También ahí debo, ya sé, antes de que empieces de chingativo my love... reformulo, antes de que empieces de ofensivo (por lo de monógama asquerosa).

Voy a tejer otra bufanda. Ya soy la gran experta, no manchen, Martha Steward me envidiría. Esta para un joven encantador -ajeno pero encantador-. (Y sí, me envidiaría porque son una experta repostera también).

Me estaba acordando de la vez que dije "El día que ***** le ponga el cuerno a su novia dejamos de creer en los hombres" ¡Y SOPAS! Eso fue un sábado, y para el viernes siguiente pasó lo que pasó.

Lo que pasó pasó (8)

También a él se la debo.... bueno, se la debía, demasiadas agravantes y terceros implicados, terceros compartidos por cierto. En fin, todo mi amor y mi confianza por siempre para él. Los hombres que quiero -realmente quiero- se cuentan con los dedos de una mano, y lo incluyo.

Menos mal que nadie dijo nada porque aplica eso de "aquél que esté libre de pecado...".

(Y aceptémoslo, la novia nunca nos cayó bien.)

Al que extraño de repente es al abogado teólogo. Extraño platicar con él, nada más platicar, de los pocos acerca de quienes puedo decir eso.

Y dentro de la lista tan pequeñita que mencioné arriba, está el que me canta canciones. Él es un amor de esos eternos-casi-fraternos que en cualquier momento pueden brincar al otro lado. Hace un rato me mandó una grabación y unas fotos y lo extrañé tanto tanto tanto, porque a pesar de tantos años y tanto tiempo nadie me conoce (ni me conocerá) mejor que él.

Incluso tengo el poder de invocarlo, nada más con pensar en él se manifiesta. Tanto me siente él también.

Ahorita ahorita extraño a mi cuentista, eso sí.