sábado, marzo 01, 2008

Creo que hay algo que se confunde muy comunmente. No se trata de sufrir por alguien, se trata del dolor en si, de sentirlo por las venas hasta la punta de los dedos. La sensación de dolor, pura e inadulterada...

Como sea, basta de lloriqueos, este blog vuelve a su programación regular.

En lugar de ir a llenarme de tierra y ver cochecitos, voy a una boda. Luego les cuento.

3 comentarios:

Giuseppe dijo...

Estimada Maga: Te paso un cuento que tiene relaciones con La Daga. Es un relato breve que publiqué en un Foro aquí en Argentina; y es muy trágico, como vos estás hoy y yo estuve hace unos meses. Espero que te guste:

Soy Jerjes, hijo de Darío. Hice todo por la gloria y voluntad de mi Dios, Ahura Mazda, creador del Cielo y la Tierra; y voy a contarles lo que nunca será escrito en tabla, muro o piedra de este vasto Reino.
Me preparaba para la campaña contra Atenas: habían estado saqueando ciudades de mi reino, y no podía mostrarme débil; además, el enemigo se sentía fuerte porque ya habían derrotado a mi padre, con lo que esta guerra tenía doble sentido para mí y debía ser preparada cuidadosamente. Envié a mis comandantes a preparar la estrategia para atacar las islas, y sus mujeres y niños quedaron en el palacio. Fue así como conocí a Amitis una noche, a la que siguieron muchas noches y días. Y con ella empecé a ver, oír, tocar por vez primera. Lloraba con la belleza que esa mujer me entregaba y me hacía entregarme por completo, como su esclavo. (¡Yo, el Rey de Persia!). Durante 60 días me importó más poseer su cuerpo que poseer el mundo, pero antes de partir hacia Tracia llamé a mi más fiel sirviente y le di sus instrucciones para esa noche, seguro de que las cumpliría sin importar las consecuencias. Cuando la luna hacía brillar los olivos del jardín, Amitis entró en mi cama: reímos, bebimos y nos amamos. Cuando ella estaba sobre mí, balanceándose lentamente como un barco en el mar calmo, el eunuco se deslizó en la habitación, y creo que por complacerme aguardó a mi orgasmo para hundir su daga en la espalda ondulada y vibrante de mi amada. Me consuelo pensando que ella no sintió dolor, o lo aceptó, y me dirigió su mirada limpia, por última vez. La daga salió por la base de su seno y logró penetrar mi pecho, sólo lo suficiente para llevar mientras viva esta marca que me recuerda que el amor verdadero de la mujer está vedado a este Rey. Y eso ha sido lo más cerca de la muerte que hasta ahora haya estado el gran Jerjes. ¿La daga fue escogida especialmente para no matarme? Les aseguro que no: Fue el gran Ahura Mazda quien en Su sabiduría decidió dejarme con vida. Puedo asegurarles que mi voluntad hubiera sido otra.

Anónimo dijo...

ash! que hueva leer todo eso

CLICK CLICK... dijo...

Mmm... dos años de relación, dos semanas de "luto" y ya?

Mmm...