Digamos que siempre ha tenido muy buen tino para llamarme en el momento preciso, en esta ocasión, por poner un ejemplo, se suponía que yo estuviera en otro lado, por cinco minutos hubiera estado con la persona adecuada en lugar de contestarle a él, que siempre ha sido tan inadecuado.
Preguntó si estaba ocupada, pregunté qué haces ("extrañarte"). A decir verdad, no pensé que extrañara nada de mi, y seguiría pensándolo si no fuera por ciertos comentarios de esa noche, que dijera que estaba igualita mientras me veía de esa manera, descarada, de ladito y muy profundo, y es que si algo hay que reconocerle es que sabe ser encantador cuando quiere algo de tí.
Cuando tienes un amigo de verdad, puedes no verlo en años, y el día que se encuentran pareciera que no ha pasado el tiempo. Así lo encuentro siempre (aunque hayamos sido de todo menos amigos), sigo divirtiéndome igual, bailando igual, cogiendo ya no igual porque eso se acabó hace mucho. Igual de borracho, igual de mujeriego, igual de cínico. Ya no me intimida, nada me puede quitar y nada quiero darle.
- ¿Traes el Ralph? ¿Te acuerdas que no me gustaba ese?
- Sí me acuerdo, y no.
(Recorre la parte interna de mi brazo aspirando).
- Sí, definitivamente eres tú.
La curiosidad nunca ha sido buena consejera, por curiosidad he hecho algunas de las cosas más estúpidas de mi vida. Vamos desmitificando el pasado pensé (prueba y error my love, prueba y error).
- ¿Por qué se tardan tanto?
- Y justo hoy que fui tan accesible.
- La verdad sí, considerando que me has mandado a la chigada las últimas ocasiones. Pensé que si te ponías mamona te iba a tener que llevar a cenar e invitarte unos tragos.
- Ah, ¿ibas a emborracharme y a aprovecharte de mi?
- La verdad siempre me ha gustado aprovecharme de ti cuando estás ebria.
Lo sentí extraño, no como si no lo conociera, sino como si no lo recordara, no sé cómo explicarme. Definitivamente era él, aunque no sé por qué siempre tuve la idea de que era más alto.
Terminamos platicando como si de hecho fuéramos amigos, del trabajo, de la boda, de los viejos tiempos, y de que la persona adecuada no le parece precisamente eso para mi, no tuvo que decirlo, pero bueno... lo conozco, al final y después de todo. Cuídate mucho. Lo quiero un poco, pero sólo lo necesario para desear que le vaya como le tenga que ir.