O sea, hello!

Hay días en que odio a mis padres.

Lo que me molesta es la incongruencia. De acuerdo, sí, soy una inútil y nunca hago nada, ¿pero no se les ha ocurrido que tal vez es porque nunca me enseñaron? Además, ¿dónde ha quedado eso de predicar con el ejemplo? Es decir, ¿a mi de dónde carajos me puede nacer agarrar una escoba y barrer la cocina si mi madre no hace nada todo el día? Esa mujer cada día me resulta más complicada, y luego dice que por qué cada que me habla me sobresalto como si me fuera a regañar, me conflictúa mucho porque la quiero mucho, ademas yo soy su consentida y me hace mil paros, y todo lo que ustedes gusten y manden, igual y de verdad eso de la menopausia transtorna a la gente. Primero se encabrona, me grita, me dice que soy no se qué y no sé cuánto... y a la hora ya está arrepentidísima... diría mi hermana que las palabras no se borran, y ella la tiene peor porque ahí sí existe una guerra personal.

Y mi papá... bueno, yo enamorada sin remedio de él como estoy, y siendo él todo lo maravilloso que es, de repente se le van las cabras de una manera fenomenal. Podrá mandar a cientos de personas, pero puede ser un pendejo cuando trata con sus hijas; lo que no entiende es que yo no trabajo para él, a mi no puede llegar y gritarme cuando se le de la gana, y mucho menos por el tipo de nimiedades por las que se molesta.

No es posible que a estas alturas del partido quieran inculcarnos una disciplina que nunca se les había ocurrido. Cada quien educa a sus hijos como le viene en gana, y yo les agradezco a los míos que me educaran con libertad, es por eso que cuando se ponen en su plan de "Aquí se hace lo que yo digo" es frustrante, desesperante e incongruente (insisto).

Esto me recuerda que cuando a tenía yo veinte años empezaron a tratar de obligarme a ir a misa, o sea, a esa edad yo ya había leído suficiente Sartre como para estar convencida de la mera existencia, miserable y sin sentido.