El viernes pasado, creo, soñé contigo.

Rara vez me acuerdo de lo que sueño, a menos que sueñe con bebés muertos que me piden que los cargue, pero recuerdo que soñé contigo aunque no eras tú, porque no te veías bien, no se te veía la cara y te sentías un poco más alto y más grueso. Pero eras tú, de eso estoy segura, muy segura.

Como al final de mi sueño fue que apareciste. Estábamos viendo un espectáculo en una carpa, algo como el Cirque du Solei, tal vez porque la única vez que lo fui a ver fue una de las veces que te ví. Las bancas eran todas corridas, yo llegaba y me sentaba a tu lado, me veías y recostaba mi cabeza en tus piernas. Así estábamos un rato, tú acariciabas mi espalda, sin ninguna conotación sexual, pero sentía como adrenalina y como cosquillas en la entrepierna.

Lo que más recuerdo de los sueños son las sensaciones, y de soñarte recuerdo que tenía miedo de que alguien nos viera cuando tenía mi cabeza en tus piernas porque iban a decirle a Él, aunque no estábamos haciendo nada que pudiese calificarse como malo. Al final nos íbamos, salíamos caminando y después soñé un poco más que no recuerdo y después me desperté.

Tal vez soñé contigo porque ya no he sabido nada de ti desde que te inventé que me casaba para que me dejaras en paz, aunque no me dejaras por eso, sino por lo otro de otro día.

No es que quiera algo de ti, ni siquiera quiero volverte a ver, sólo que supieras que me acordé de ti porque te soñé conmigo.