Insisto en que los bichos me odian

Habiéndome cortado ayer mi ánimo fiestero (nadie me comprende, nada más me emborrachan y luego no me hacen jalón), me resigné a volver a casa y esperar la repetición de mi programa favorito del momento, para después ser víctima de las fuerzas superiores, quienes se confabularon para no dejarme dormir.

Primero, enviando al maldito grillo (cómo odio a los grillos, de verdad, los odio con toda la profundidad de mi ser), quien al estar dentro del aire acondicionado era imposible de atrapar y aplastar; como no podía pegar ojo me pasé a mi cuarto (es que mi papá anda de viaje y a mi mamá no le gusta dormir sola, así que le hago compañía), y justo cuando comenzaba a conciliar el sueño comienza a vibrar mi radio, y contra todos los pronósticos era mi novio insistiéndome en que lo dejara irme a visitar (pleitillo doméstico previo después del cual cada quién agarró su patín), yo por supuesto le dije de la manera más amable que estaba como recién salido de una lobotomía, o que alguien había tenido la gentileza de ponerle hachís en el cigarro, porque esas no eran horas decentes de llamarme, que respetara mi sueño y que me hiciera el favor de ya irse a dormir porque yo en la mañana tengo que despertarme temprano para ordeñar a las vacas y cosechar trigo fresco para el pan del día.

Terminó la conversación, me asomé al cuarto de mi mamá y vi que el canto del grillo infernal había cesado, así que volví a acostarme en su cama. Llevaría un rato dormida cuando comienzo a escuchar lo que parecían tres desafinadas voces "Amoooor como el nuestrooo no hay doooooos en la viiiiiiiiiida" acompañado de guitarra (que por cierto era lo único decente), me dice mi mamá "Oye, creo que es para ti... o si no es el ***** para tu hermana", ¿y adivinen qué? Sí, exacto, era para mi, porque después de aventarse otras tres canciones que naaaaada que ver me vuelve a marcar el individuo en cuestión para decirme que estaba afuera de mi casa (ah poco!), que por lo visto su serenata improvisada había sido un fracaso porque en ninguna casa les abrieron, yo por supuesto no tuve el corazón de decirle que era porque ni los de RBD son tan desafinados. Cuelgo, cesa el escándalo afuera, y cuando otra vez comenzaba a dormirme.... ¡sí! ¡Adivinaron! El maldito grillo hijo del infierno empieza otra vez a joder! ¡¿por qué por quéeeeeeeeeeeeeeee?! Me volví a pasar a mi cama... para que a la media hora comenzara el ritual mañanero de mi hermana que incluye secadora y música estridente...

Fue en ese punto que me di cuenta de que estaba resistiéndome al equilibrio cósmico natural, y que debía ir con la corriente, así que me levanté y me puse a ver caricaturas... y por supuesto, comencé a cuestionarme acerca de los grandes misterios del universo, como las post-it, ese maravilloso invento llamado Rexona cristal, sobre por qué a las carcachitas y camiones polleros les encanta ir en el carril izquierdo a 30 km/h, y en eso me acordé de las güeras a huevo, sí, ya saben, esas mujeres que están poco menos que prietas pero se EMPEÑAN en ser güeras, ¿por qué, para qué, con qué objeto? o sea, no entiendo, además son hasta descuidadas porque aunque se acaben de pintar el pelo se les ve la raíz negro azabache.

Me pregunto cómo funciona, si despertarán un día cualquiera y de repente tienen una epifanía que las impulsa a ir a la farmacia por una botella de agua oxigenada seguida por una prolongada exposición al sol para revelar sus naturales (eeeyyy) reflejos, convirtiéndose en auténticas güeras vodkas (por favor no me obliguen a explicar el mal chiste), además, o sea, tipo que ya por fin logran su rubio clara de huevo ¡pero se les olvidan las cejas! Y entonces sí, muy rubias pero con la cejooooota negra, ¡y tupida! De verdad, ¿por qué? O sea, no entiendo, de verdad que no.

Total que nunca me pude dormir, ja.