Historias

Han pasado muchos hombres por mi vida. Algunos hasta por mi memoria, mi cuerpo y mis ratos de silencio.

Entre todos ellos, varios han sido divertidos. Uno me regaló un árbol que sacó de un camellón lo plantamos y murió ¿qué otro presagio quería?; otro me platicaba de libros Crimen&Castigo Saramago y ModeloParaArmar, no nos besábamos en la boca, a su amigo sí lo besé, o me besó, en este caso daría lo mismo, ahora mismo pienso que podríamos haber hecho un trío acabé durmiendo con los dos de cualquier modo. Me gusta cuando al final no pueden pronunciar ni tu nombre sin que se les atore. Hay uno que me quiso mucho muchos años y nunca me lo dijo; otro me gustaba nada más porque no debía gustarme misma razón por la que yo le gustaba a él, y al final me siguió gustando y acabé en el penúltimo lugar donde no debía acabar con él. Uno se me fue, y ese día me di cuenta de que lo quería, y no me animé a decirlo, y por eso me odié un tiempo; lo abracé un rato, eso sí. Uno es además de todo una eterna continuación, y aunque parece, en el fondo nunca me perdona todas mis faltas pero me convence de que sí; ese ahora mismo está enojado porque me dijo que me amaba y yo le contesté que eso no cambia nada, no le mentí. Tengo una rosa por cada día que otro me venía a ver. De muchos no recuerdo ni el nombre, pero todos tienen el mismo sabor: libertad y diversión, y de cuando en cuando - o siempre - a un poquito de licor.

Uno me gustaba mucho mucho, y aun habiendo podido elegir su boca, elegí la lealtad. Uno parecía perfecto, y lo fue por un mes, pero ya sabemos que todos son distintos hasta que se vuelven iguales. Casi siempre las cosas suceden de noche, es el momento místico. Yo te tenía en un pedestal, y te me caíste me dijeron una vez, lloré, y todavía me da una arcada en el estómago cada vez que lo recuerdo, perdí tantas cosas en esa ocasión. He sido la perra, la puta y también de repente la heroína de la historia. La confidente y la cómplice son roles recurrentes; la mártir no, ese es un traje que nunca me he querido poner. Todos se dieron cuenta eventualmente de que jamás los necesité. Varios de ellos me sucedieron al mismo tiempo pero no en el mismo momento. Espero que me recuerden la mitad de los que recuerdo yo.

Muchos de estos es uno mismo, pero casi no, suelen habitar diversos cuerpos. Por regla general, les gustan mis piernas, los tres lunares y mi olor, sobre todo esto último, que es lo que al final del día recuerdan y lo que perciben cuando las marcas de mis uñas dejan de aparecer en el espejo.

A uno de ellos lo amé, y uno me rompió el corazón.

Dices que yo soy un cuento... cuéntame de a poquito,

y cuando termines vuélveme a inventar.